Camino de Santiago 2019

Todo comenzó el domingo 18 de octubre: iniciábamos el Camino de Santiago del curso 2019-2020.

Llegamos a Sarria muertos de sueño, pero con muchas ganas de emprender el Camino. Tras reponer fuerzas con un buen desayuno, nos dispusimos a caminar. Nuestra primera etapa empezó antes del amanecer. El peso de la mochila y un importante dolor de piernas aparecieron por primera vez. Esto hizo que las paradas para descansar y comer fueran muy deseadas.

A lo largo de la mañana, coincidimos con distintos grupos de peregrinos. Entre todos ellos, conocimos a un grupo de franceses, con Guillem y Alise. Sin embargo, después de una animada conversación durante varios kilómetros, llegó el momento de despedirse, ya que ellos paraban a descansar, mientras que nosotros continuábamos hacia Santiago.

Sobre las doce del mediodía, Miguel nos esperaba en un merendero para realizar la primera y ansiada parada del día. Cuando la mayoría ya estábamos reponiendo fuerzas y atiborrándonos de chocolate y frutos secos, recibimos una inesperada llamada de dos alumnas que afirmaban que, tras haberse detenido momentáneamente para sacarse unas fotos con el hermoso paisaje, se habían separado del grupo y no nos encontraban. No obstante, todo quedó en un susto, puesto que consiguieron alcanzar al grupo delantero.

Después del receso, reanudamos la marcha, esta vez con Miguel entre nosotros. Hemos de reconocer que, en aquellos momentos, la caminata se nos hizo interminable y el peso de la mochila, junto con las agotadoras horas acumuladas, provocó que el humor del grupo decayera.

Al fin, una vez hubimos comido y recuperado el ánimo, subimos a los albergues y nos duchamos. Además, nos dejaron tiempo libre por el pueblo y la mayoría lo aprovechamos para hacer turismo y descubrir la zona en la que nos alojábamos.

El segundo día realizamos una etapa de 24 km. en la que nos desplazamos desde Portomarín hasta Palas de Rei. Empezamos la segunda etapa, aunque todavía doloridos por el esfuerzo del día anterior.

Con la travesía ya iniciada, vimos cómo el camino nos trataba mejor y, paulatinamente, nos fuimos acostumbrando al peso de la mochila. Incluso, adoptamos “¡Buen Camino!” como muletilla de saludo para todos los peregrinos con los que nos cruzábamos.

En esta etapa, pasamos por el Miño y otros ríos, donde los paisajes gozaban del verde característico de Galicia. Además, sucedió un pequeño incidente con unos bastones, que saltaron al río «por arte de magia»; y, cómo no, Mateo tuvo que descalzarse y meterse en el agua para recogerlos.

Después de una agradecida comida a base de bocadillos y la respectiva vuelta por el pueblo, pasamos la noche en el albergue.

Al día siguiente nos enfrentamos a la etapa más larga: 34 km. desde Palas de Rei hasta Arzúa, pasando por Melide.

Pese al esfuerzo físico, quedamos cautivados por los memorables paisajes por los que pudimos transitar y las horas transcurrieron mientras charlábamos y cantábamos.

El cuarto día amaneció lluvioso y, tras desayunar, comenzamos la etapa con los chubasqueros puestos. Al pasar las primeras horas con la lluvia sin cesar, el día se tornó gris para todos y el ánimo decayó muchísimo, especialmente cuando el gorotex de las botas nos comenzó  a fallar. Fue una etapa muy dura.

Finalmente, llegamos a Arzúa y nos dimos una merecida ducha con la que entramos en calor. A continuación, nos fuimos a cenar y disfrutamos de la habitual vuelta por el pueblo.

El quinto día, aunque todavía no contábamos con la compañía del sol, despertamos sin lluvia, lo cual fue recibido con alegría. Con las fuerzas renovadas y la promesa de alcanzar Santiago, todos partimos mucho más ilusionados, cantando nuevamente a pleno pulmón. Además, cuando apenas quedaban 10 kilómetros para llegar a Santiago, nos encontramos con unos reporteros de Radio Galega, quienes nos entrevistaron y nos transmitieron sus mejores deseos para el resto del Camino.

Después, por fin llegamos a Santiago y recorrimos la hermosa ciudad. Por fin pudimos ver la catedral y, en cuanto la divisamos, sacamos fuerzas de donde no las había y echamos a correr hacia la plaza. Según entrábamos en la plaza de la catedral, irrumpíamos en aplausos y nos abrazábamos los unos a los otros.

Con gran alegría por haber llegado, pero también con un poco de tristeza porque nuestro viaje hubiera terminado, recorrimos la catedral y comimos en un restaurante. Después de eso, hicimos turismo por Santiago y no nos olvidamos de las compras de rigor.

Finalmente, el autobús vino a buscarnos y todos sabíamos lo que eso significaba: el Camino había terminado y tocaba volver a la rutina. Con más pena que alegría, subimos y pusimos rumbo a Madrid.

Antes de dar por concluido el artículo, queremos aprovechar la ocasión para agradecer a todos nuestros compañeros el gran viaje que hemos pasado juntos, pues ha sido un viaje único e irrepetible que nos ha unido como grupo y que nos ha permitido ver sorprendentes gestos de compañerismo entre nosotros, así como mucha superación personal. En definitiva, se ha tratado de una experiencia que nos ha enseñado que no importa tanto el destino, sino el camino; el viaje y lo que se realiza durante el mismo.

También deseamos agradecer a los profesores todo lo que hicieron por nosotros durante el Camino de Santiago, porque sabemos que no somos un grupo fácil, pero, a pesar de todo, quisisteis venir y nos habéis estado apoyando en todo momento.

Irene C. y Daniela P. (3º ESO)